Autor

MASIDE CARLOS
Pintores Históricos
CARLOS MASIDE
Maside García, Carlos

( San Xulián, Pontecesures, 1897 - Santiago de Compostela, 1958 )

Biografía
La vida de Carlos Maside discurre paralela a la primera mitad del s. XX. Vive la etapa de los cambios que conducen a la revolución española de la II República. Asiste al triunfo de los fascismos, a las dos contiendas mundiales que se prolongan en la cuarentena de las duras realidades y de las largas posguerras. Maside, novecentista puro, es un artista representativo de su tiempo, los contenidos de conciencia de su pintura reflejan la amplitud de la circunstancia y en ella deja constancia de su paso.

Protegido en la pequeña tienda familiar en Cesures, donde había nacido el día 16 de marzo de 1897, el niño descubre la innata aptitud para captar las formas, la precoz facilidad para fijar los conceptos por medio de la línea, la magia de los colores, el poder de la representación.

En la adolescencia le llegan los dibujos con que Castelao colabora en El Barbero Municipal y su voz en Algo acerca de la caricatura. Al lado de Castelao, su maestro y mentor, toma conciencia de la función ética del arte e interioriza la importancia del dibujo, como un arte clínico basado en la simplicidad que suprime todo lo inexpresivo, un arte que contribuye a mejorar a la sociedad. El compromiso social y un mundo de afinidades compartidas presiden la relación entre ambos artistas, que culmina en un trasvase cultural que Castelao contempla cuando reconoce en el joven Maside a su «hijo en el campo ideológico y artístico».

En la segunda década del s. XX, prioridad vital de Maside es su entusiasmo por la pintura contemporánea, que contrasta con la visión crítica de Castelao quien, después del viaje a Europa, paradójicamente, sigue mostrando reticencias con los «ismos». Como pintor, Castelao no da el salto a la pintura moderna, acomodado en la estética del academicismo-naturismo imperante en Galicia. En la evidencia de este vacío, Maside se prepara acumulando experiencia para tomar el relevo y abrir el complejo proceso teórico-práctico que le conduce al nacimiento de la Arte Nova.

Carlos Maside pertenece a la Generación de 1925, fecha en la que la mayoría de los intelectuales que la conforman están reunidos en la sala de redacción del periódico El Pueblo Gallego, fundado en Vigo un año antes por Portela Valladares. Son sus coetáneos los creadores españoles que constituyen la Generación de 1927 con la que mantiene sintonía en múltiples facetas y también conocidos intercambios, en especial con Federico García Lorca. Vicente Risco define la generación de Maside como la de «Os Novos» y los distingue en orden a su compromiso social. Asimismo, ellos se autoproclaman «cívicos, laicos y demócratas», y vinculan su suerte al futuro de la República, nacida en 1931, con la que se identifican.

Por razones biográficas, Carlos Maside construye su pintura en las claves de la cultura de entreguerras en el mismo momento que André Derain, Otto Dix, Max Beckmann, George Gross, Albert Márquez, Mario Sironi, Francisco Bores, Alberto Casarotti, Carlo Carra, Giorgio Morandi, Salvador Dalí, Omar Calabresi, Joan Miró, Renato Gutusso, Julio Pomar..., artistas que abordan el concepto de realismo dentro de un movimiento que engloba las distintas modalidades pictóricas que se desarrollan en Europa bajo el nombre de Valori Plastici, Vuelta al orden, Nueva objetividad, Realismo mágico, Surrealismo, Neoclasicismo ?en el caso de Picasso ?, y Ultraísmo, que se corresponden cronológica y conceptualmente con la Arte Nova que en Galicia configura Carlos Maside, producto de una vasta información y conocimiento de las tendencias del panorama internacional.

Quienes lo trataron por aquellos años hablan de su poder de idealización, de su discurso despejado y limpio, de su poderosa personalidad y capacidad crítica. En un principio, Maside se abre a un mundo nuevo, a un nuevo tiempo con mayores esperanzas y cierto optimismo en la paz y a una sociedad más igualitaria, influencia de las nuevas tecnologías e ideas ?la presencia redentora del marxismo, en algunos casos? a quien se dirige, movido por la necesidad de llegar a los sectores más necesitados, desde la prensa diaria, de Galicia y Madrid, en los periódicos El Pueblo Gallego, La Voz, Libertad, Más, El Sol y en las revistas Nueva España y Política, donde sus grabados consiguen celebridad. Antes de terminar la década de los veinte, Maside es un artista conocido que participa en la «Exposición Internacional de Barcelona» de 1929 y forma parte de la «Exposición de Artistas Españoles Contemporáneos», esta última, muestra itinerante que circula durante dos años, de 1931 a 1932, por EE.UU..

Las nuevas tecnologías de la impresión, la reproductibilidad de la imagen junto con las nuevas ideas, fueron creando afinidades muy destacadas entre creadores de distintas latitudes, entre artistas como Wesley Belows, Grant Wood, Edward Hopper, Antonio Berni y la mutualidad de estudiantes y artistas plásticos en Argentina y Frida Khalo y los muralistas mexicanos Rivera, Orozco y Siqueiros. Europeos y americanos muestran similitudes, paralelismos y parentescos propios de la época, que hacen del realismo un estilo diferenciado con caracteres comunes, como la obsesión por la objetividad y el amor al oficio. En general, los artistas de entreguerras son grandes retratistas, expertos grabadores, maestros en la ejecución de las técnicas y muy interesados en el arte popular.

Uno de los proyectos más preciados de Carlos Maside es el de hacer grandes murales para los edificios públicos con representaciones de los trabajos, las costumbres, las formas tradicionales, en un afán de valoración de la cultura popular, creando vivas y atractivas escenas en las que el pueblo se sintiera representado y las hiciera propias. Las «estampas» que Maside publica en blanco y negro para los periódicos son esbozos de mural. Algunos óleos y aguadas en vivos colores son un paso más para elevar sus temas a los grandes espacios con la témpera o el fresco, técnicas que perfecciona en los talleres de los artesanos y albañiles que frecuenta.

La Arte Nova, el nuevo realismo que Maside manifiesta desde Galicia, permite fijar en la pintura la memoria de la vida común, el trabajo, el ocio, las fiestas, la existencia que transcurre en un tiempo y en un espacio, el oficio de vivir, las ferias, figuras anónimas que se vuelven permanentes y memorables, la lucha política y económica, interiores con figuras, líricos paisajes humanizados, calles y plazas con espectáculos espontáneos. Pueblos marineros y sus artes tradicionales, tiendas encantadas, ventanas multicolores, imágenes que unidas unas con otras componen el gran mural de la vida moderna, de la historia presente ?«toda la historia es la presente»?, imágenes que componen su utopía de Galicia y de todo el espacio-mundo. Imágenes que guardan las preferencias estéticas de su colectivo generacional, Rafael Dieste, Antonio Baltar, Manuel Antonio, Bal y Gay, Otero Espasandín, Paz Andrade...

Cuando nos acercamos a determinados lienzos de Maside, las figuras desprenden «algo», experimentamos la captación de una segunda dimensión, el conocimiento de lo que no se ve. La razón por la que aprehendemos ese algo es mágica y desconocida. La misma sensación que desprenden algunos paisajes de Valle Inclán, de Rafael Dieste, de John dos Pasos, de Miguel Ángel Asturias, de Manuel Antonio, de Joyce, de Rosalía, de García Lorca, de Hemingway...

En 1936 la vida de Carlos Maside queda truncada por la historia política. No vuelve a hacer grabado, pierde las colaboraciones en los periódicos que pasan a ser incautados por la prensa del movimiento, la esperanza de realizar grandes murales a modo de sus colegas mexicanos... En 1939 «en virtud del expediente de depuración es apartado del servicio y es dado de baja en el escalafón». Inhabilitado y destituido de su puesto de profesor de Dibujo, condenado a no poder exponer, publicar o difundir su obra. Un artista escindido. Un movimiento cultural orgulloso de sí mismo queda paralizado. La democracia y las libertades, sustituidas.

Los hombres de su generación que no fueron víctimas directas de la represión, en gran medida toman el camino del exilio: Rafael Dieste, Luís Seoane, Antonio Baltar, Arturo Cuadrado, Otero Espasandín, Bal y Gay, Arturo Souto, Manuel Fuentes Jorge, Manuel Colmeiro, Arturo Souto. Otros fueron castigados y acabaron en la cadena: Antonio Forjas, Santiso Girón, Carvalho Calero, Paz Andrade, Antonio Ramos. También los compañeros de Madrid: Julián Zugazagoitia, Joaquín Arderius, Pepín Díaz Fernández y, como icono absoluto de la represión, Federico García Lorca.

Dentro de esa atmósfera de frustración y de derrota discurre la fase más madura de Maside, quien en esta situación desarrolla nuevas técnicas de distanciamiento o de extrañamiento. Dentro de una situación de soledad espiritual, reconstruye, en condiciones políticas forzadas, las formas escogidas del artista marginado, que se aparta de la reproducción de una contemporaneidad oficial que es hostil al arte. Unido afectiva y estéticamente a las clases populares que no habían traicionado las perspectivas históricas, abre su pintura hacia elementos utópicos donde prevalece una inesperada y literalmente imposible armonía y justicia humana.

Después de la guerra dedica su existencia a pintar, a la correspondencia con el exilio americano y a la lectura. La reflexión del tema artístico confluye en el famoso ensayo «En torno a la fotografía popular», un estudio sobre la esencia del realismo que es, asimismo, una definición de su propia obra. Maside apunta en su cuaderno de notas conceptos filosóficos y posicionamientos estéticos, porque en su alrededor no encuentra la réplica o la confrontación que precisa: «La confusión de términos entre el realismo que es un medio de representación de la realidad, y el Realismo que es la voluntad de conocer ciertas realidades tanto exteriores como interiores, constituye el obstáculo más grande para la comprensión de todo el arte, no solo el naturalista sino todo el arte moderno».

Repite, renueva, perfecciona y envía a Luís Seoane a Buenos Aires para Galicia Emigrante un centenar de retratos a línea que habían sido publicados en los periódicos antes de la guerra. Son retratos de personajes conocidos que reunía en una sección bajo el título de «Figuras de actualidad». El género del retrato aparece ahora como la catarsis necesaria, que siendo importante a lo largo de su producción adquiere en esta circunstancia un valor capital e inusitado a la categoría de actividad escogida, disciplina entre las disciplinas, que permite culminar su trayectoria en un doble desafío de fidelidad a la recreación de la realidad y a la causa de la historia. El retrato es el canal más fácil para dar fe de la existencia de sus contemporáneos, su radical respuesta a la dictadura.

Cultiva el paisaje. «El mejor paisaje es el paisaje humano, la observación de una multitud, procesión...». También el paisaje urbano. Fija en los lienzos la imagen de las ciudades en las que se asienta aún de un modo temporal, como Noia y Vigo. Santiago de Compostela es su ciudad elegida, la ciudad emblemática, donde reside. Define Compostela como «una cuestión de espacio». Las calles, plazas, monumentos, la ciudad en su conjunto queda fijada en un instante intemporal. El pueblo de Combarro merece atención; en su última década, allí disfruta de unas temporadas en los veranos de 1952 y 1953 y este contacto directo con la gente del mar aclara su paleta y el artista siente «un renacer espiritual».

En 1951 concurre a la «Exposición de Artistas Gallegos» que organiza el Centro Gallego de Buenos Aires; en 1953 realiza su última exposición en la Sala de Turismo de Santiago de Compostela, en ambas se cuelgan las pinturas que constituyen sus síntesis finales.

Fallece en Santiago de Compostela el 10 de junio de 1958.
 

Información

Arte Manz - Espacio de arte
Paseo Marítimo 3, Bj.
A Coruña
Tfnos.: 630 232 983
Email: artemanz@artemanz.com

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