Autor
LAMAZARES ANTON
Pintores Contemporáneos
ANTÓN LAMAZARES
Lamazares Silva, Antón
( Maceira, Lalín, Pontevedra, 2 de enero de 1954 )
Biografía
El entorno rural de su lugar de nacimiento, Maceira, marcará profundamente al artista. Del 64 al 69 estudia interno en el convento franciscano de San Antonio de Herbón, donde se aficiona a la literatura clásica grecolatina, lo que le lleva a comenzar a escribir poesía. Posteriormente su interés se inclina hacia la pintura y se forma de manera autodidacta; resulta crucial el viaje que realiza en 1972 por Europa para estudiar la obra de Van Gogh, Klee, Rembrandt y Miró. Sus primeras exposiciones las realiza en 1973 en la plaza de la Princesa de Vigo. En 1974 tiene lugar su primera muestra individual en Santiago de Compostela. Es becado en 1976 y 1978 por la Diputación de Pontevedra y el Ayuntamiento de Lalín, y en 1980 obtiene una beca del Ministerio de Cultura, año en el que participa en la primera edición de Atlántica. En los años ochenta inicia una imparable proyección tanto nacional como internacional que continúa hasta la actualidad. Hacia finales de los ochenta permanece dos años en Nueva York con una beca Fulbright y en 1990 se instala en París con la beca de la Cité des Arts. En 2004 traslada su residencia a Berlín, donde vive hasta 2016, para luego instalarse en Madrid, donde reside en la actualidad. A lo largo de su trayectoria ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Laxeiro, la Insignia de Oro de la Universidad de Santiago o la Medalla Castelao. Se encuentra representado en museos y colecciones como Afundación, MNCARS, CGAC, Museo de Arte Contemporáneo de Madrid o el Museo Marugame Hirai de Japón.
Para Lamazares la misión del pintor real es “encarnar el misterio de la vida de tal manera que el cuadro sea una tabla de conocimiento para el hombre”. Así, su pintura habla de espiritualidad, emoción, naturaleza, territorio, vida y muerte. A lo largo de su trayectoria trabaja por series que se entremezclan en el tiempo. Comienza utilizando materiales humildes como el cartón y la madera —recurrentes en su carrera— con una figuración lúdica, expresionista, de intenso colorido, que evoca al art brut y povera. Su afán experimental le lleva a introducir barnices satinados y brillantes a partir de 1984. En Nueva York su pintura se vuelve más depurada y matérica, y en París realiza las pinturas bifrontes, trabajadas por ambos lados. A partir de 1990 encontramos una pintura escultórica de gran formato. Tras su traslado a Berlín se deja seducir por el informalismo y en su última etapa abraza el minimalismo.
Siete obras del autor forman parte de la Colección Afundación. En su obra más temprana, Lola (1985), representa irónicamente una figura femenina en negro sobre un fondo rojizo que evoca a Dubuffet. El espíritu místico y religioso se aprecia tanto en Sufrido (1985), a través de una cruz, un ataúd y el color negro, como en Sello 23 (1987), más geométrica y minimalista. Hacia finales de los años ochenta se produce un estallido emocional, manchas de color que invaden el soporte evocan hojas, flores o explosiones cósmicas —Gracias Vagabundas— y ocultan, en ocasiones, figuras humanas o corazones hendidos en el cartón —Arcela Codia, Bodegón u Ofelia—; piezas realizadas en diferentes etapas, pues el artista establece un diálogo entre etapas y series que ejemplifica la complejidad de su mundo interior. La dualidad, constante en su obra, aparece en la obra más tardía, Perdices (1997), donde manchas negras “mellizas” de gran fuerza expresiva nos acercan al animal resaltado sobre sendos fondos ocre-rojizos de múltiples matices. Común a todas ellas es el personal uso materiales pobres como clavos, madera o cartón tamizados por su particular tratamiento de barnices.